sábado, 10 de mayo de 2014

Determinismo geográfico. ¿Vivir en una isla afecta al carácter de las personas?


El determinismo geográfico, una corriente de pensamiento del siglo XIX, explicaba que el medio natural determina las características del hombre, desde el aspecto físico hasta la forma de pensar. Se decía que el habitante de las zonas tropicales era conformista y que no trabajaba demasiado para obtener el sustento, debido a que el medio caluroso y abundante en recursos naturales se lo proporcionaba fácilmente. Así se explicaba también la dedicación laboral del habitante de las regiones templadas o frías.

Si aplicamos esta misma teoría a los habitantes de las islas además de indagar un poco entre las distintas opiniones sociales, llegamos a la conclusión de que el carácter de un isleño es más cerrado y reservado que el del resto. Esta visión ha quedado anclada entre algunos habitantes, isleños o no, pero con el auge de los medios de transporte y eficacia de los viajes esta realidad ha cambiado para muchos. En Mallorca, hace treinta años, había una concepción muy simple de la geografía y de la procedencia: els de Mallorca i els de fora de Mallorca (los de Mallorca y los de fuera de Mallorca) y a estos últimos se les denominaba forasters (extranjeros).  Una persona que no fuera de Mallorca, bien por el desconocimiento de la lengua o bien por el desconocimiento de las costumbres, jamás pertenecería a la isla por muchos años que pasase en ella. Había un rechazo a lo desconocido.
Actualmente, el argumento de que la geografía afecta al carácter de las personas no se sostiene. La genética determina la predisposición de una persona a ser de una manera concreta y lo que pueda influenciar después la geografía o el clima en esto es mínimo. Tampoco se puede generalizar por países ni continentes en relación al nivel de riqueza puesto que las condiciones económicas dependen individualmente de la persona.

En definitiva, si alguna vez hubo un determinación geográfica respecto al carácter de los isleños fue hace décadas ya que ahora contamos no sólo con medios de transporte, sino que muchas islas se nutren del turismo y ahora hay muchísimos extranjeros tan insertos en el sistema que es difícil separarlos de la población autóctona. 


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