El determinismo geográfico, una
corriente de pensamiento del siglo XIX, explicaba que el medio natural
determina las características del hombre, desde el aspecto físico hasta la
forma de pensar. Se decía que el habitante de las zonas tropicales era
conformista y que no trabajaba demasiado para obtener el sustento, debido a que
el medio caluroso y abundante en recursos naturales se lo proporcionaba
fácilmente. Así se explicaba también la dedicación laboral del habitante de las
regiones templadas o frías.
Si aplicamos esta misma teoría a
los habitantes de las islas además de indagar un poco entre las distintas
opiniones sociales, llegamos a la conclusión de que el carácter de un isleño es
más cerrado y reservado que el del resto. Esta visión ha quedado anclada entre
algunos habitantes, isleños o no, pero con el auge de los medios de transporte
y eficacia de los viajes esta realidad ha cambiado para muchos. En Mallorca,
hace treinta años, había una concepción muy simple de la geografía y de la
procedencia: els de Mallorca i els de
fora de Mallorca (los de Mallorca y los de fuera de Mallorca) y a estos
últimos se les denominaba forasters
(extranjeros). Una persona que no fuera
de Mallorca, bien por el desconocimiento de la lengua o bien por el
desconocimiento de las costumbres, jamás pertenecería a la isla por muchos años
que pasase en ella. Había un rechazo a lo desconocido.
Actualmente, el argumento de que
la geografía afecta al carácter de las personas no se sostiene. La genética
determina la predisposición de una persona a ser de una manera concreta y lo
que pueda influenciar después la geografía o el clima en esto es mínimo. Tampoco
se puede generalizar por países ni continentes en relación al nivel de riqueza puesto
que las condiciones económicas dependen individualmente de la persona.
En definitiva, si alguna vez hubo
un determinación geográfica respecto al carácter de los isleños fue hace
décadas ya que ahora contamos no sólo con medios de transporte, sino que muchas
islas se nutren del turismo y ahora hay muchísimos extranjeros tan insertos en
el sistema que es difícil separarlos de la población autóctona.
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