Las islas son lugares
aislados, de difícil acceso, con unos límites concretos más allá de las
posibles fronteras que quiera colocar el ser humano. Por ello, muchos filósofos
las han utilizado a lo largo del tiempo como el espacio ideal para localizar
sociedades ficticias en las que desarrollar sus teorías políticas.
El primer ejemplo de esto que
encontramos en la historia sería el de Platón,
que ya había expuesto sus ideas sobre una sociedad ideal en La República. Pero lo interesante en
este caso es la descripción que hace, en sus Diálogos Critias y Timeo, de la Atlántida,
una isla que según este autor se habría localizado “delante de las Columnas de
Hércules”. Lo más
curioso de esta isla, que ha desatado la imaginación de muchos autores a lo
largo del tiempo, especialmente a partir del Romanticismo, es el hecho de que
en la actualidad no hay vestigio alguno de su existencia. Esto ha dado pie a
numerosas obras literarias, musicales y cinematográficas, y también a diversas
investigaciones en búsqueda de sus restos submarinos.
Se han realizado distintos descubrimientos en diferentes partes del globo que
han llevado a defender que se han encontrado estos restos. Un ejemplo de esto
sería la defensa que hace un equipo internacional de investigadores respaldado
por National Geographic de que la
ciudad perdida estuvo al noroeste de Cádiz y fue sepultada por un tsunami.
Foto aérea de la supuesta Atlántida encontrada en Cádiz |
También se han
popularizado diversas teorías sobre la situación de la Atlántida en la que esta
se identificaría con Tartessos, una antigua civilización localizada en el suroeste de
Andalucía y de la cual apenas se tienen datos. Esta teoría fue defendida
principalmente por el arqueólogo alemán Adolf Schulten. Otras
hipótesis sobre la Atlántida la sitúan en Bolivia, la isla de Malta, el mar de
Azov, el Próximo Oriente, el norte de África, Irlanda, Indonesia y en la
Antártida. Incluso se han llevado a cabo congresos sobre el tema.
A pesar de todo, no ha
habido, de momento, ninguna investigación que haya logrado asegurar la
localización de la isla descrita por Platón. De hecho, hoy se sabe que el
relato presenta anacronismos y datos imposibles, lo que descartaría su
verosimilitud literal. Con todo, se admite la posibilidad de que el mito haya
sido inspirado en un fondo de realidad histórica vinculado a alguna catástrofe
natural.
Esta catástrofe
natural era descrita por Platón como un violento terremoto y un gran diluvio, que, “en un solo día y una noche terribles”, habrían logrado
sepultar la isla bajo el mar. Sin embargo, antes de que esto ocurriera, Platón
asegura que, 9000 años antes de la época del legislador ateniense Solón (c. 638
a. C.–558 a. C.), la Atlántida era "más grande que Libia y Asia
juntas", y contaba con el favor del dios Poseidón, por lo que tenía abundantes
recursos.
Representación de la Atlántida según lo descrito por Platón |
Estaba dividida en
diez reinos, que formaban una confederación gobernada a través de leyes, las
cuales se encontraban escritas en una columna de oricalco, en el Templo de
Poseidón. Las principales leyes eran aquellas que disponían que los distintos
reyes debían ayudarse mutuamente, no atacarse unos a otros y tomar las
decisiones concernientes a la guerra, y otras actividades comunes, por consenso
y bajo la dirección de la estirpe de Atlas. Las ideas de Justicia y Bien eran
propias de la sociedad atlante, como proponía Platón que debía ocurrir en una
sociedad perfecta. Sin embargo, los monarcas de la Atlántida fueron volviéndose
cada vez más soberbios, comenzando una política expansiva con la que conquistaron gran
parte de Europa y del norte de África. Sin embargo, no
lograron expandirse por Grecia ni Egipto, ya que entonces fueron derrotados por
una hipotética Atenas prehelénica. Como castigo por su soberbia, los dioses decidieron enviar la catástrofe natural que antes mencionábamos.
Otro libro que
describe una isla en la línea de la Atlántida de Platón es De optimo rei
publicae statu deque nova insula Utopia
(Del estado ideal de una
república en la nueva isla de Utopía), del filósofo y político inglés Tomás Moro. De hecho, la concepción de
utopía que tenemos en la actualidad proviene del uso del término que realizó
este autor en su obra a finales del siglo XV, puesto que en realidad, esta
palabra proviene del griego y tiene el significado de, simplemente, “no lugar”.
En este sentido hay que señalar que la isla de Tomás Moro es claramente una ficción del autor y no hay dudas sobre su posible existencia, como ocurre con la Atlántida.
La isla de Utopía, de
origen artificial, estaba habitada por una sociedad perfecta en la que Moro introdujo conceptos realmente innovadores para su tiempo. De hecho, sus ideas rompedoras
y su desacuerdo con la decisión del rey Enrique VIII de escindir la Iglesia le
llevaron a ser encarcelado y posteriormente decapitado. Este libro se puede
considerar como el primero, con permiso de La
República de Platón, que habla de forma abierta de una sociedad comunista.
En la sociedad utópica no existe la propiedad privada, y la igualdad tiene un
papel muy importante. Así, todas las personas tienen derecho a una casa
y a ropa, que serán para todos iguales, y todos han de trabajar el campo,
aunque luego dediquen tiempo a la actividad para la que se han formado. La isla
está gobernada por una democracia en la que, no obstante, el puesto de príncipe
es vitalicio a no ser que se demuestre que es un tirano.
Mapa de Utopía |
También se plasman
conceptos como la eutanasia, el
divorcio o la libertad de religión. Esto sorprende mucho viniendo de un hombre
fuertemente ligado con la Iglesia católica, la cual ni siquiera en la actualidad
acepta algunas de estas consideraciones. Sólo se puede percibir algo su ligazón
a la Iglesia en el hecho de que, en Utopía, se desconfía de los ateos ya que, al
no creer en nada después de la muerte, el miedo al castigo eterno no evita que
incumplan las normas de la comunidad. Aun así, la historia no ha dejado claro
si Tomás Moro realmente pensaba esto, o simplemente pretendía ser una sátira de
la nueva sociedad llevada al extremo.
En cualquier caso, la Utopía ha servido de inspiración para
teorías políticas posteriores, así como para ficciones utópicas o distópicas, aunque no todas ambientadas en islas, claro. De todas formas, con
este pequeño análisis de estas dos obras queda claro que la isla es un espacio idóneo para experimentar formas políticas nuevas, como
intentó Platón, sin éxito, en la isla de Siracusa.
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